septiembre 08, 2008

Descubriendo a Miller

Nunca había leído a Henry Miller hasta que ayer empecé con Trópico de Cáncer. Conocía algo de su historia, las controversias que sus obras suscitaron, su amistad con Kerouac, su historia con Anais Nin y poco mas. Es una asignatura pendiente que por fin he abordado como se merece creo, sin esperar que me guste o no, sin juicios previos y desconociendo lo que me voy a encontrar al asomarme a la primera pagina, eso si, con tiempo y ganas. Primera impresión: Mi lápiz no para de subrayar, algo extraordinario e inesperado después de un verano literario patético solamente salvado por el IM-PRESIONANTE Ruiz-Zafón, que con Marina y Luces de Septiembre me ha rescatado del aburrimiento en que me habían sumergido 6 bodrios que no merecen la pena ni ser nombrados (de esos que llevan la pegatinita de Best seller y que todo lector avispado debería saber que nunca bajo ningún concepto debén de ser comprados aunque valgan solo 5€) Volviendo al tema: Aun no se que es lo que me atrae tanto de este libro,seguramente sean fragmentos como este que me dejan una sensación agridulce y unas enormes ganas de seguir leyendo.. Menos mal que siempre acabo encontrando libros que me hacen recordar la lastima que me da la gente que todavía no ha descubierto lo que es leer y la de sensaciones y buenos ratos que te regala un buen libro. En cuanto pueda, iré derechita a por Nin, en busca de mas frases tan contundentes como esta: “En el fondo, todas las mujeres son putas y quieren que se las trate como putas… ¡Mezclado con un poco de adoración!” Creo que me va a caer bien esta mujer. De momento,en el siguiente post va un fragmento de este Trópico que me ha gustado especialmente.

1 comentario:

  1. Bueno, pues una vez descubierto este ser tengo que decir que escribir escribía bien pero que debía de ser el tio mas desagradable, machista, cateto, guarro y tirao del planeta entre otras cosas y que salvo algunos pasajes magistrales el libro termina siendo bastante coñazo, expresión que por otro lado no deja de utilizar el susodicho machito yankee.

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