julio 09, 2007

Decadencia: monstrum in fronte, monstrum in animo.

...Sobre la vida, los sabios han pronunciado siempre el mismo juicio: "No vale nada." Siempre y sobre todas las cosas, se ha oído en sus labios ese mismo eco lleno de duda, melancolía y cansancio, lleno de resistencia contra la vida: "Vivir significa estar enfermo por una temporada. ¿Qué se demuestra con esto? En otro tiempo se dijo ,sí se dijo, y bastante fuerte: "Aquí en todo caso debe haber algo de verdad." "Aquí, en todo caso, debe haber algo enfermizo." Nosotros respondemos a estos sapientísimos de todos los tiempos ¿Acaso la sabiduría en la tierra no se parece a un cuervo a quien le entusiasma un poco de olor a carroña? Juicios y prejuicios sobre la vida, pro y contra, en último análisis no son nunca verdaderos; tienen el valor de síntomas, y como síntomas deben ser tratados; en sí mismos no son más que estupideces. Es preciso extender la mano y palpar: el valor de la vida no puede ser apreciado. No puede ser apreciado por nosotros, vivientes, porque un vivo es parte en la causa, objeto de disputa y no juez. Y los muertos tampoco juzgan, ya se sabe. El que un filósofo se plantee el problema del valor de la vida, es ya una objeción contra dicho filósofo, una puesta en duda de su sabiduría, una falta de sabiduría. Pero entonces: ¿es que todos esos sabios no son más que unos decadentes? ¿Es que ni siquiera fueron sabios?" El ocaso de los ídolos. Nietzsche 1888. Me fascina la decadencia. Lo decadente es la disolución y la confesada anarquía de los instintos. La decadencia para mi, representa la parte fea de la belleza, y por esto me resulta tan fascinante. Encierra tras sus desgastados muros los peores vicios mostrando su corrosiva huella. Lo que deja ver es lo real, lo que ya no intenta ocultarse, cuando la decadencia reina ya no existe disfraz ni mascara. Me fascina pasear por las vetustas calles de una ciudad antigua (mi Venecia, por ejemplo) e ir desgranado mentalmente la madeja de actos impuros, inconfesables vicios, y orgiásticas escenas que debieron tener lugar tras el cobijo de sus vejados muros. Esa es la decadencia que admiro, la que enseña orgullosa y desafiante los descarnados dientes de su mordida feroz con toda la impunidad existente sobre la faz de la tierra. Y es lo que trato de encontrar por dentro y por fuera de todas las cosas. Aunque mi cuerpo aun desconoce la fuerza de la gravedad, algún día, pronto sera decadente y para ese día mi mente debe de estar a la altura, superando la barrera de la falsa moral y la vergüenza. Seré como esas ciudades de la vieja Europa, monstruos ajados con espíritu de reinas que aun mantienen todo su anterior resplandor oxidado. Así seré, decadente y sórdida como una cortesana del renacimiento. Nietzsche consideraba a los sabios como un tipo de decadencia, describía la fealdad de Socrates derivandola de la decadencia: " Un extranjero que entendía de rostros, pasando por Atenas, dijo a Sócrates cara a cara que era un monstruo, que albergaba dentro de sí los peores vicios e inclinaciones. Socrates se limitó a responder: "Me conocéis, señor." Asi debería ser siempre, reconocer lo que se es y no olvidar lo que se ha sido. No mentir, no engañar con falsas tretas, no tratar de ocultar lo que resta dentro y fuera de uno mismo con bisturí o manos de pintura, sea cuerpo, sea alma o sea mundo. Todo debe mostrar lo hermoso de su decadencia. "El salir de la decadencia está más allá de sus fuerzas: lo que consideran remedio, tabla de salvación, no es en sí mismo sino otra máscara de la decadencia - cambian su expresión, pero no abren ninguna salida. Sócrates fue un equívoco: toda moral de perfeccionamiento, aun la cristiana, fue un equívoco... La cruda luz del día, la razón a todo precio, el vivir claros, fríos, cuidadosos, conscientes, sin instintos, en contradicción con los instintos, fue en sí mismo sólo una enfermedad, otra enfermedad y no un retorno a la "virtud", a la "salud" o a la felicidad... Combatir los instintos: ésta es la forma de la decadencia; tanto como dure la vida, será la felicidad igual a instinto." Adoro la decadencia, una vez mas tenia que decirlo. Mientras me llega, huiré de los que dicen pensar sobre la causa de la degeneración y los grandes males de la sociedad, esos que solo reordenan en sus cabezas antiguos prejuicios ya existentes.

4 comentarios:

  1. Que fuerte y asimismo q buen blog. Toda expresion q abra conciencias es buena sea como fuere. Felicitaciones. Soy un escritor peruano, mi nombre es Eduardo Acosta, visita mi blog si lo deseas:
    www.eduardo-acosta.blogspot.com
    Besos y continua en este sentido.
    EDUARDO

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  2. Gracias por visitar mi blog... cuando estuve por España, tambien me gusto mucho!!
    Besos!!
    EDUARDO

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  3. hola hola mujer, sabes...en parte es cierto lo que especulas sobre todo en: "El salir de la decadencia está más allá de sus fuerzas: lo que consideran remedio, tabla de salvación, no es en sí mismo sino otra máscara de la decadencia -

    Como sabrás, este desazulado planeta no es el paraíso y cuando otros dicen que es el infierno, me cago de risa .
    El ESPACIO -TIEMPO HISTORICO de evolución o involución (como keramos verlo) es inegable, somos dinámicos y "cambiantes", sobretodo lo último.
    Y esto es natural, aunke muchas veces vaya en contra de la naturaleza misma o como dirías tú ¨{otra máscara de la decadencia}

    Soy un sacrílego romántico, una rezaka del tiempo, un loko profano, otra máscara de la decadencia del tipo urbano.

    -Saludos-

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  4. Impresionante blog el tuyo. Gracias por tu comentario en el mío.

    Nietzsche es fascinante, es un autor que inspira a muchos a escribir. Tu análisis sobre la decadencia es fantástico. Hay un blog que se llama Grupo de Estudios Nietzscheanos que tal vez te interese.

    La decadencia no es otra cosa que el ocaso del hombre, el antisuperhombre, aquel que es destruido y ve su muerte próxima. No es un creador de valores, el hombre decadente solamente crea sombras.

    En sí misma la decadencia es un lado oscuro, es la antítesis de toda vitalidad, de toda voluntad de poder, la antítesis de la propia filosofía nietzscheana, tan vitalista, tan renovadora, tan rompedora, tan adelantada a su tiempo.

    Hasta pronto y gracias.

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